¿El demonio gobierna el mundo? Las contradicciones del ex-ministro «católico» Jorge Fernández Díaz

🗓️27 de enero de 2023 |

No cabe duda. La lucha entre el bien y el mal tiene lugar en todos los ámbitos de la vida humana. La tendencia natural de la razón a la verdad y de la voluntad al bien convive en lucha sin cuartel con la naturaleza humana herida por el pecado original que «hace el mal que no quiere». También se produce esta lucha en la historia y en el orden social, como explicó San Agustín en De Civitate Dei.

            Si nuestra época tiene un rasgo característico es la rebeldía contra el orden natural y sobrenatural, gestada en tantas escuelas filosóficas antropocéntricas y que se han traducido en tantas revoluciones disolventes, desde la herejía luterana, pasando por la Revolución Francesa, para terminar en la Revolución Rusa, en el Mayo del 68 o en el modernismo teológico. Sin duda Satanás es el instigador de esta rebeldía, continuación del primer pecado.

El hecho es evidente incluso para Jorge Fernández Díaz, ex-Ministro del Interior entre 2011 y 2016 en el Gobierno liberal de Mariano Rajoy. Al menos dos veces se ha pronunciado el Sr. Fernández en este sentido.

La última ocasión ha sido a comienzos del mes de enero de 2023, afirmando[1],  nada menos, que «la Agenda 2030 es su programa de gobierno para esta década, con una estrategia de aplicación por medio de esos 17 ODS –Objetivos de Desarrollo Sostenibles– que integran las 169 metas que ellos han decidido imponer a la población mundial, a la que promete que “no tendrá nada pero será feliz”. Son esas élites financieras multimillonarias que detentan el poder a la orden del “príncipe de este mundo”, poblado por 8.000 millones de personas que consideran que ya son demasiadas para seguir ellos mandando y viviendo como desean. Y por supuesto, ante todo y sobre todo, para cumplir con el supremo objetivo de su Jefe, que es el conseguir tener a toda la humanidad sometida a sus diabólicos designios».

«El diablo quiere destruir a España»[2]

El Sr. Fernández Díaz ya se había pronunciado en 2015 en la misma dirección, a propósito de un encuentro personal con Benedicto XVI. El Papa emérito le dijo que «el diablo quiere destruir a España». El Papa añadió que «el diablo conoce los servicios prestados por España a la Iglesia de Cristo. Conoce la misión de España, la Evangelización de América, el papel de España durante la «Contrarreforma», la persecución religiosa de los años 30…». Benedicto XVI concluyó profetizando que el diablo no lo conseguirá y que las cuatro herramientas necesarias para vencer al demonio en esta batalla son la humildad, la oración, el sufrimiento y la devoción a la Santísima Virgen.

Lo que el Sr. Fernández Díaz no ha meditado suficientemente a la luz del Sagrario, sabiendo como sabemos que es hombre de oración[3], es cuánto ha colaborado él mismo directa e indirectamente a estos planes del demonio. La vida pública del Sr. Fernández ha tenido dos características esenciales. Primero, su apoyo a los derechos de gobierno del mal y, segundo, su condición de dirigente de un partido ateo.

Jorge Fernández Díaz es un demócrata convencido. Un liberal[4] sin pasado franquista, que comenzó su andadura política en la UCD como gobernador civil en Oviedo y Barcelona. En esta fecha su partido aprueba la Ley del Divorcio en España. UCD es el partido de las amnistías a los asesinos de ETA, de la Constitución sin Dios, de la despenalización de todos los delitos que vulneran el bien común, de la descristianización brusca de la legislación española.

Después de un paso fugaz por el CDS de Adolfo Suárez, aterriza en Alianza Popular, el partido que bendijo la Ley para la Reforma Política que trajo la soberanía popular a España, y concedió libertad y hasta oportunidades de gobierno a todos los enemigos de todo cuanto el Sr. Fernández Díaz asegura amar de corazón.

Por eso cuando escuchamos de estas bocas una queja sobre el auge y monopolio del separatismo o el comunismo, no sabemos si reír o llorar, porque los que abrieron las puertas de la fortaleza al enemigo, ahora se extrañan de sus perversiones y atrocidades.

No se trata de un despistado. Es un católico culto y cuerdo que ha colaborado activa y decisivamente como dirigente con el partido que trajo a España la píldora abortiva, que fue pionero en los llamados matrimonios homosexuales, que financió numerosas campañas de contracepción, que ha mantenido marginada la asignatura de religión, que no ha derogado la ley del aborto pudiendo hacerlo con sus mayorías absolutas[5]… y un largo etcétera que constituye la negación paradigmática del quehacer de un gobernante católico.

Su despacho en el Congreso de los Diputados estaba presidido por un retrato de Santo Tomás Moro[6], patrón de los políticos, con el fin de obtener fortaleza, paciencia, perseverancia y buen humor. Debe tratarse de una broma macabra y sacrílega. Apelar precisamente a Santo Tomás Moro, que entregó la vida en homenaje a la Verdad, aún sabiendo que su sacrificio era testimonial y que no impediría el desafuero planeado, es precisamente lo contrario de lo que ha vivido y practicado el Sr. Fernández Díaz, que asistía como espectador impotente pero respetuoso al vilipendio de todo lo sagrado en el Congreso de los Diputados.

Sus reflexiones sobre política y religión son más que peregrinas. Dice que aunque parezca que el Congreso de los Diputados ha cerrado la puerta a Dios, tiene la íntima convicción de que Dios está muy presente en el Congreso[7]. ¿Íntima convicción? Aquí no hay más convicción posible que la pura y tozuda realidad. El Congreso legisla por sistema contra Dios y el Sr. Fernández Díaz concede legitimidad moral y política a las decisiones del Congreso.

Añade que «la política es un magnífico campo para el apostolado, la santificación personal y el servicio a los demás»[8]. El apostolado es cosa buena y santa, pero un apóstol no puede gestionar las estructuras de pecado[9]. Ni siquiera un cristiano debe participar en un sistema político que atenta gravemente contra la dignidad humana[10].

Y cuando en las instituciones se vitupera la verdad, se espera del verdadero apóstol, si quiere servir al bien y santificarse, el espíritu profético de San Juan Bautista denunciando y señalando públicamente a Herodes y Herodías en su pecado público. El Sr. Fernández Díaz no ha pasado todavía de un modesto imitador de Poncio Pilatos.

Francisco J. Carballo


[1] Sin los complejos, inseguridades doctrinales y autocensuras de su época de Ministro del Interior…

[2] Buena parte de este artículo fue censurado por una revista tradicionalista española, que sintió pena por el Sr. Fernández Díaz, enemigo en la práctica de todo cuanto la referida revista decía representar. A la revista tradicionalista no le daba tanta pena el Papa Francisco, cuya imagen pública era vituperada por sistema en sus páginas, en contumaz competencia entre la mayoría de sus articulistas…

[3] Jorge Fernández Díaz se dice próximo a la espiritualidad del Opus Dei, es de misa diaria, reza el Rosario, y es amigo de la lectura espiritual (cf. Gonzalo ALTOZANO, No es bueno que Dios esté sólo, Madrid: Ciudadela, 2011, p. 23).

[4] San Pablo VI advirtió que contradicen gravemente su fe los cristianos que apoyan partidos de ideología liberal (cf. PABLO VI, Octogesima adveniens, 26).

[5] Pese a ello dice sentirse cómodo en el PP, en «cuyo ideario ocupa un lugar importante el humanismo cristiano» (ib., 24). ¿Los que trajeron la experimentación con embriones se inspiran en el humanismo cristiano? Si no llega a inspirarles el humanismo cristiano, ¿de qué habrían sido capaces?.

[6] Ib., 22.

[7] Ib., 24.

[8] Ib.

[9] JUAN PABLO II, Sollicitudo rei Socialis, 36.

[10] Card. Joseph RATZINGER, Nota doctrinal sobre algunas cuestiones relativas al compromiso y la conducta de los católicos en la vida política (2002), 3; CONCILIO VATICANO II, Gaudium et spes, 73.


Francisco J. Carballo

(Madrid, 1967) Doctor en Ciencias Políticas, licenciado en Ciencias Religiosas y máster en Doctrina Social de la Iglesia. Es autor de varios libros, estudios académicos y artículos sobre pensamiento social cristiano.

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