¿Votar a Milei es realmente votar por el cambio?

🗓️24 de agosto de 2023 |

Ningún candidato representa un cambio de sistema económico. La diferencia entre los candidatos es solo una cuestión de cosmética sin tocar el fondo de la cuestión, que es mantener un sistema antieconómico, que la gente lo considera como bueno. Como dijo G. K. Chesterton “El problema no es que la humanidad no encuentre una solución a los problemas que genera el capitalismo, sino que ni siquiera ve el problema”

El sistema imperante desde hace 400 años en el mundo occidental es el capitalismo liberal que se caracteriza por:

La concentración de los medios de producción por una pequeña minoría, cuando Dios puso la Creación en manos de todos los hombres, para que la dominaran y vivieran de ella, por lo tanto, es injusto que una pequeña minoría de avaros se quede con aquello que todos los hombres necesitan para su vida, pasando de este modo a ser esclavos. 

La esclavitud asalariada de la gran mayoría que no posee medios de producción sobre todo de tierra cuya consecuencia es que favorece la explotación de los pobres por los ricos. Al no poseer más que su trabajo para subsistir los obreros son explotados por la plusvalía y la usura. El hombre es solo libre cuando dispone de los medios necesarios para la vida.

Es un sistema que se privilegia al capital y no a los hombres, el capital tiene todos los derechos y los hombres trabajadores ninguno. No es que el distributismo este contra el capitalismo, sino que busca que todos seamos capitalistas teniendo a disposición un medio de producción propio y las herramientas y maquinarias necesarias para su digna explotación.

En el capitalismo una cosa estéril como el dinero produce a través de la usura más riqueza que los hombres con su trabajo, el capital paso a ser el sujeto de la actividad económica y el hombre un objeto.

En nuestro país el sistema actual imperante es el sistema de la concentración, de la renta financiera asegurada, dado el endeudamiento y el déficit crónico que arrastramos desde hace muchos años y que cada vez se agranda más. Esta renta asegurada tiene además libertad para ser sacada del país. Lo mismo ocurre con las concesiones de servicio y de explotación de recursos naturales sobre todo los mineros y energéticos que también tienen la renta asegurada y el permiso para la fuga de capitales sin que produzcan ningún beneficio ni incremento en la capacidad productiva, ni beneficio para la clase trabajadora más que los miseros salarios que pagan. Este modelo rentístico asegurado, promueve la destrucción de la industria.   

Este conjunto de privilegios genera una economía antieconómica porque economía viene del griego, Oikonomía, término que inicialmente se refería a la ciencia para la buena administración de los recursos materiales necesarios para que los hogares familiares pudieran vivir con decoro y dignidad, satisfaciendo sus necesidades naturales de alimentación, abrigo y vivienda a través de su trabajo. Hoy esto degeneró en el capitalismo liberal que es la economía de la ganancia de los ricos sobre las familias comunes que están desprotegidas contra el poder del capital. Es un sistema antieconómico porque la riqueza obtenida por el trabajo asalariado y el comercio, es extraída del proceso productivo y utilizada para comprar cosas fatuas o para generar una renta financiera.

El socialismo es la otra cara de la misma moneda con la diferencia que la propiedad productiva la concentra la burocracia del estado en lugar de los ricos. 

Cuál es la solución a este estado de cosas: Poner al hombre común y su familia en el centro de la economía, distribuyendo la propiedad productiva entre todos los ciudadanos, sobre todo entre los pobres que hoy están hacinados en barrios humildes cobrando salarios de miseria o indignos subsidios, trabajando en lo que no quieren y donde se consiga algún puestito, aunque tengan que viajar horas para ejercer su trabajo. Lo peor es que con este sistema no existe ninguna posibilidad de mejorar su situación, ni en el corto ni en el largo plazo, al contrario, se va a agravar porque las empresas están sustituyendo a las personas con tecnología robótica que es más barata y eficiente. La única solución posible es que el estado cree las condiciones para que posean tierra y capital y así puedan ejercer su derecho al digno trabajo que el estado corrupto no les da.

Esto es lo que propone el distributismo católico basado en la Encíclica Rurum Novarum cuyo fin es la dignificación de los hombres a través de la propiedad, sea a través de tener su propia empresa familiar dedicada a las tareas agrícolas o la participación accionaria en las empresas en las que trabajan participando en los beneficios y en las decisiones. El capital necesita del obrero y el obrero del capital para producir bienes útiles al hombre por lo que el fin de las empresas no debe ser la ganancia a costa de los hombres trabajadores.

La economía debe estar dirigida hacia el bien de los hombres comunes para que gocen del fruto de su trabajo sin que nadie se quede con su esfuerzo. A esto debe estar dirigido el sistema tributario con el fin de desanimar los monopolios, los terratenientes y su explotación agrícola extensiva con uso de agroquímicos que intoxican a la población y que usan la tierra que es sagrada porque de ella nacen todas las riquezas necesarias para el hombre, con el único objetivo de producir comoditas para obtener ganancias y no dignidad de las personas. En lugar de esto hay que incentivar y apoyar la vida campesina en lugar de la vida en las ciudades, las pequeñas empresas en lugar de las grandes. Hay que pasar de las empresas que producen miles de productos a miles de pequeñas empresas que produzcan a nivel humano.  Dorothy Day, alguna vez, sostuvo que la meta del distributismo es «la propiedad familiar de tierras, talleres, tiendas, transportes, comercios, profesiones, y así más». También, hay que desarrollar maquinaria de nivel humano para que pueda ser comprada y utilizada por las pequeñas y medianas empresas y los emprendimientos agrícolas de nivel familiar. 

Un país es rico cuando los hombres y sus familias tienen lo que necesitan materialmente para tener una vida digna para que puedan ejercer los derechos que les corresponden de acuerdo al orden natural y no cuando las grandes empresas son las que se quedan con la ganancia, que es usada para mantener a zánganos ricos e inútiles que no trabajan porque no saben clavar un clavo en una tabla y destinan la ganancia comprar cosas superfluas o llevarla a paraísos fiscales o las mantienen en activos no naturales como el dinero para que les genere renta financiera a través de la usura sin reinvertirlas para crear nuevas fuentes de trabajo, porque a medida que crece el patrimonio, los hombres prefieren las riquezas no naturales como el dinero, sin brindar ninguna mejora para el país, y su gente, de ahí la continua y creciente destrucción del aparato productivo y del continuo déficit que afronta el país. 

El distributismo no está contra el capitalismo sino que pretende que todos seamos capitalistas, porque como dijo Chesterton “demasiado capitalismo no significa muchos capitalistas sino muy pocos” que conforman una minoría de ricos avaros que se apropiaron de la Creación que Dios destino a todos los hombres, mientras que la participación de los obreros en la riqueza de la Creación es solo a través de miseros salarios. 

El distributismo está a favor de la propiedad privada que es un derecho natural básico del hombre, pero a diferencia del capitalismo que la concentra quiere que la propiedad sea distribuida. Los capitalistas liberales también están a favor de propiedad privada es mas, es uno de sus pilares teóricos, porque en la práctica los únicos que disponen de grandes propiedades privadas son los ricos. Decía Chesterton que decir que el capitalismo promueve la propiedad privada es como decir que un jeque árabe que por su fortuna se adueñó de todas las mujeres de un pueblo para su harén, es el prototipo de la familia. Al contrario, es el fracaso de la familia, porque nadie más se puede casar. Lo mismo sucede con el capitalismo, declama la propiedad privada, pero en realidad la destruye. 

El distributismo no promueve la falsa igualdad de los socialistas, porque Dios hizo a los hombres con diferentes dones y capacidades, además el esfuerzo y la capacitación no es igual en todos los hombres, por lo cual es justo que existan diferencias en sus patrimonios. 

Las personas cuando trabajan en lo propio, en su propio emprendimiento están mucho más motivadas y son más creativas y laboriosos que cuando trabajan en empleos rutinarios y aburridos cobrando salarios de hambre. Este punto es importante para la creación de riqueza.

No es que el trabajo asalariado sea malo en sí mismo porque no todas las personas están capacitadas para tener su propio emprendimiento y estas personas son útiles y necesarias para ayudar al desarrollo del emprendimiento ajeno mediante el trabajo asalariado. Pero si lo es cuando no existe otra alternativa para subsistir que esta porque el hombre pasa a ser un esclavo del capital que se aprovecha de esta situación a tal punto que busca crearla, destruyendo la competencia de las pequeñas y medianas empresas y emprendimientos familiares, con su producción a escala y su poder financiero con el que compra empresas y marcas quedando solos en el mercado y de este modo poder imponer precios. Esto que la sabiduría popular generalmente lo asocia con la eficiencia, es totalmente antieconómico e ineficiente para el hombre común y su familia, porque lo único que buscan es tener poder de mercado para incrementar sus ganancias a costa de los hombres de a pie. Si la economía no sirve al hombre, no es economía.

El hombre no puede ser considerado un objeto económico dejando de lado su dignidad de persona hecha a imagen y semejanza de Dios, por lo que debe ser el sujeto de todos los derechos naturales que le corresponden como persona.

El solo hecho que exista una alternativa para ejercer el derecho al trabajo para ganar el pan de cada día, hará que los empresarios que necesitan el trabajo de los obreros para su producción, les paguen buenos salarios.   

El distributismo también considera que el estado debe ejercer un rol subsidiario, es decir debe ser pequeño y abocado a lo que los grupos intermedios como ser asociación de trabajadores por tipo de actividad o las cooperativas de trabajadores no puedan hacer por su propia cuenta. También debe hacerse cargo de aquellas cosas estratégicas para el desarrollo del país, de la justicia y la seguridad. Todo lo contrario, a lo que sucede hoy en nuestro país en el que el estado se convirtió en un monstruo con vida propia que, en lugar de servir a los ciudadanos, los ciudadanos deben servirlo a él. 

Un proyecto de este tipo va a alentar a las personas comunes y sobre todo a los pobres y a los jóvenes a tener una esperanza en poder cambiar su vida de esclavos asalariados y así poder desarrollar sus capacidades y anhelos de una vida digna. Seria bien recibido porque tras el largo periodo de terror por el que debieron pasar a causa de una libertad ficticia no acompañada por la propiedad, van a divisar un periodo de paz y justicia. 

Nuestro primer objetivo como país cristiano deben ser los pobres, nuestra principal responsabilidad debe ser ofrecerles una vida digna otorgándoles lo que por justicia les pertenece, poque la caridad presupone la justicia, y acaso el cristiano no debe amar al prójimo, bueno esta es una forma de demostrarlo, porque la fe sin obras es cosa muerta. De los pobres en concreto nadie habla, incluida la Iglesia Católica. Se habla de entelequias intelectuales y vanidosas como el liberalismo. Hoy el problema es ser liberal o no liberal es una especie de to be or not to be, esa es la cuestion. Ahora, de reclamar una justicia social a través de aplicar el destino universal de los bienes que es la piedra angular de la Doctrina Social de la Iglesia, de eso no se habla creo que por temor a que se los catalogue de marxistas y lo peor es que la mayor parte de los supuestos cristianos van a pensar que el que hable de realizar una reforma agraria y el que se preocupe de los pobres es un comunista que viene por sus bienes, cuando en realidad es todo lo contrario, porque si las personas están felices y son dignas van a agradecer a Dios por lo que les dio. Una de las causas del ateísmo y el desprecio a Dios y al prójimo es la pobreza y la miseria, mientras ven que los ricos gozan de todos los derechos y comodidades mientras que ellos tratan de subsistir como pueden en su condición de excluidos del sistema.      

Como dijo Nuestro Señor Jesucristo, un reino no puede estar dividido internamente, porque de esa grieta se aprovechan los que quieren perpetuarse en el poder y los que quieren doblegarnos con la usura para apoderarse de las riquezas naturales del país. 

Implementar este sistema económico distribuiste es una cuestión de sentido común, ya que el país tiene el 50 % de la población desempleada y subempleada o subsidiada, y al mismo tiempo tiene enormes recursos naturales sobre todo tierra fértil y agua, que están inertes o mal explotados. Por lo cual si existe desempleo es por un fracaso rotundo en la asignación de los recursos productivos que evidencia incapacidad y corrupción.

Que vamos a esperar, que venga otro y nos las saquen en vez de utilizarla para dignificar a nuestros hermanos compatriotas argentinos. 

La pobreza también es funcional a los corruptos gobernantes porque tienen cautivos que los utilizan en las votaciones para mantenerse en el poder, por lo tanto, no la combaten, sino que la promueven, así de miserables son.

Muchos se preguntarán como se va a financiar este proyecto de crear comunidades productivas a lo largo y lo ancho del país. Pues es muy fácil, con la moneda soberana que tiene la Argentina. Este es un buen punto para aclarar, porque la sabiduría convencional y popular relaciona la emisión monetaria con la inflación y esto no siempre es así. Los precios de los bienes son un cociente entre la base monetaria y la cantidad de bienes disponible en la economía.  Si se emite para financiar déficit se crea inflación, pero si se emite para llevar adelante un proyecto productivo que produzca mas bienes es decir que tenga un retorno superior al capital invertido no produce inflación y crea más trabajo y riqueza disponible.  Generar proyectos productivos que incorporen y pongan en valor recursos productivos que estaban desaprovechados como las personas desocupadas y la tierra que permanece estéril tienen una tasa de retorno infinita o sea siempre van a producir mas riqueza que la que se invirtió en ponerlos en marcha con la ventaja que no hace falta endeudarse y pagar intereses usureros. Esta materia la deben los pseudo economistas liberales que escuchamos todos los días repitiendo como gansos las mismas políticas económicas que nos trajeron al lugar en el hoy estamos: al borde del precipicio.  Y lo peor es que esperan distintos resultados, aplicando las mismas fracasadas recetas.

En conclusión, las tres alternativas proponen seguir con el mismo sistema que empobreció, destruyo su aparato productivo y endeudo a la Argentina.

Además, sepan que el capitalismo es el sistema de los miseros salarios y la esclavitud laboral.  


Ernesto Quintas,  Economista. 

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La Cumbrera

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