Reforma de las estructuras sociales

🗓️11 de julio de 2022 |

Cada cierto número de años una crisis hace estragos en el mundo. Recordemos la enorme crisis de los años 30 y siguientes con millones de cesantes en todos los grandes países. Las fábricas cierran sus puertas; las casas de comercio se ven obligadas a liquidar; la cesantía cunde.

Nosotros podemos multiplicarnos cuanto queramos, pero no podemos dar abasto para tantas obras de caridad… no tenemos bastante pan para los pobres, ni bastantes vestidos para los cesantes, ni bastante tiempo para todas las diligencias que hay que hacer. Nuestra misericordia no basta, porque este mundo está basado sobre la injusticia. Nos damos cuenta, poco a poco, que nuestro mundo necesita ser rehecho, que nuestra sociedad materialista no tiene vigor suficiente para levantarse, que las conciencias han perdido el sentido del deber.

Las empresas económicas no están fundadas para el bien común… Este mundo está construido bajo el signo del dinero. El dinero tiene todos los derechos, y sus poseedores son los poderosos. Las grandes empresas económicas no se regulan ante nada, ni ante las compras de las conciencias, ni ante el dolor humano.

El Estado toma un sitio preponderante, pero desgraciadamente muchos de los que entran en la carrera política, más que buscar el bien de la nación, buscan el suyo propio, el mantenerse en el poder. Los favores son para los amigos. La justicia distributiva parece haber perdido todo sentido.

La moral individual es insuficiente. Muchos no quieren oír hablar de moral. Hacer morales a los hombres es una gran tarea, pero mientras la sociedad en su contextura misma no sea moral tal tarea está condenada al fracaso.

Una sociedad que no hace su sitio a la familia es inmoral. Predicamos a los esposos que tengan hijos, pero en realidad deben ser heroicos para poder tenerlos. Hay un problema de moral social que es aun más grave que el problema de moral individual que predicamos. Más que a los esposos, hay que predicar a los legisladores, a las instituciones; hacer sitio a una familia que pueda vivir según el plan de Dios… de lo contrario, todo nuestro esfuerzo está condenado al fracaso, como lo vemos constantemente. Y creo que en esto no hemos insistido bastante ni los moralistas, ni los sacerdotes en general. Buscamos soluciones individuales a problemas que son sociales; como buscamos soluciones nacionales a problemas que son internacionales.

Una sociedad que no respeta al débil contra el fuerte, al trabajador contra el especulador, que no se reajusta constantemente, para repartir las utilidades y el trabajo entre todos, y que no permite al hombre corriente una vida moral, tal sociedad está en pecado mortal. No basta llamar a algunos amigos de buena voluntad para tratar de solucionar algunos problemas, hay que cambiar los cuadros sociales.

Cada uno debe conocer el problema social general, las Doctrinas Sociales que se disputan el mundo, sobre todo su Doctrina, la doctrina de la Iglesia; debe conocer la realidad de su país y debe tener una preocupación especial por estudiar en función de los problemas sociales propios de su ambiente profesional. Este estudio de nuestra doctrina social ha de despertar en nosotros antes que nada un sentido social hondo, y antes que nada inconformismo ante el mal, lo que Jules Simon ha denominado admirablemente el sentido del escándalo.

San Alberto Hurtado S.J.

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La Cumbrera

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