Democracia

🗓️18 de agosto de 2022 |

La verdadera defensa contra el totalitarismo, la defensa de un régimen democrático, de un régimen de derecho, del Estado de Derecho, donde el derecho se respeta, es la defensa fundamental del orden natural. Si desaparece la conciencia del orden natural, como no podemos vivir sin orden, la alternativa es el «orden artificial». Es muy discutible que el orden artificial se pueda imponer mediante discusiones, debates, participación política, etc.

El orden artificial se impone brutal o suavemente, pero se impone desde el poder. Allí está el peligro. Todos aquellos que se matan de risa del orden natural, pero a su vez vociferan a favor de la democracia, no saben de qué están hablando. Porque apenas se deja el orden natural, la alternativa es el orden artificial. ¿Y quién impone el orden artificial? El que tiene más poder. Es imposible juzgar cuál de los proyectos artificiales es mejor. Si no existe un referente con el que se puedan comparar o medir esos proyectos, no se puede decir cuál es mejor. Entonces el orden artificial no tiene medida real. ¿Qué orden se va a imponer? El de aquél que tiene más poder y que sea capaz con mayor energía de estampar el orden en el bodrio de la realidad.

Cuando las situaciones se hacen difíciles, anárquicas, siempre aparece con mayor o menor intensidad la tentación totalitaria de violencia. […] Dice Rodolfo Terragno en un artículo publicado en Clarín el 26 de junio de 1983: “«En la política actual la apariencia es realidad. No importa lo que se dice, importa cómo se lo dice. No se trata de ser, sino de parecer.» Ésta es la conclusión de David Chagall, un experto de propaganda política que ha dictado un libro a los asesores electorales. «Si algo es percibido como real, aunque no lo sea, tiene las mismas consecuencias que la realidad»”

Emilio Komar, El nazismo. Una perspectiva transpolítica. Buenos Aires, Sabiduría Cristiana, 2005, p. 107; 122-124)

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