De la queja al agradecimiento

🗓️31 de diciembre de 2021 |

El reloj marcaba las nueve de la noche. Era un miércoles lluvioso, bueno, eso tal vez sea algo exagerado. Dejémoslo en que caían algunas gotas de manera interrumpida.

Había pasado la tarde de retiro –God Break– en un monasterio de Carmelitas Descalzas. 

Volvía en coche acompañado por dos personas a las que acababa de conocer. Tras dejarlas en su destino, me dispongo a aparcar.

Recojo varias cajas y bolsas del maletero. Tenía que llevarlas mi la oficina, que se encuentra a pocos minutos de donde he dejado el vehículo.

Cargado con todos los bártulos, con dificultad, logro introducir la mano en el bolsillo derecho del abrigo en busca de la llave que me permita salir de aquel garaje. Uno a uno voy extrayendo llaveros: casa,.. oficina,.. coche.. y… ¡Por fín! ¡A la cuarta va la vencida! No había más opciones. Era el último. Allí estaban las llaves para abrir aquella puerta metálica.

En un primer momento resoplo. Me parece un suplicio. Sí, me sale la queja fácil. ¿Por qué tengo que ir cargado con tantas llaves? ¿Qué necesidad?

Pero de algo tenían que servir las horas previas. Sí, Él actúa para transformar nuestras quejas en agradecimiento. Porque, en realidad, aquello que me molestaba, ¿no era en realidad una bendición? Cada juego de llaves era una razón por la que estar agradecido: Un coche que conducir, una plaza donde aparcar, una oficina desde la que trabajar y una casa en la que vivir. Nada de ello me pertenece y, sin embargo, tenía sus llaves en mi bolsillo.

¡Qué rápido nos sale -me sale- la queja! ¡Qué bien viviríamos -viviría- dando gracias a Dios por todo lo que inmerecidamente tenemos -tengo-!


José Luis N. Quijada

Entre unos y ceros. Apasionado de la comunicación, el marketing digital y la programación; de la montaña y el ciclismo -si van de la mano, mejor-. Cubrí el último Cónclave.