Monseñor Gabino Díaz Merchán (Mora, Toledo; 1926 – Oviedo, 2022) falleció el pasado 14 de junio a los 96 años de edad. Sus padres[1] fueron fusilados en 1936 por milicianos del Frente Popular en Orgaz (Toledo). Fueron beatificados en 2007.
Estudió en el seminario de Toledo y en la UPCO, donde obtuvo la licenciatura en Filosofía y el Doctorado en Teología. Ordenado sacerdote en 1952, fue nombrado capellán mozárabe en 1956 y Canónigo de la Catedral Primada de Toledo en 1960. Obispo de Guadix-Baza (1965-1969), el obispo más joven de Europa, y Arzobispo de Oviedo (1969-2002), participó en la última sesión del Concilio Vaticano II. Fue también miembro de la Comisión Episcopal de Pastoral Social (1962-1972 y 1978-1981) y luego su presidente (1972-1978), presidente de la Comisión de Pastoral (1996-1999) y miembro del Comité Ejecutivo de la CEE (1981-2002).
Sustituto del cardenal Tarancón en la presidencia de la Conferencia Episcopal Española (1981-1987), fue continuador de una delirante deriva de liberalismo permisivo en la Iglesia española en cuestiones socio-políticas, en la disciplina y en el gobierno pastoral. En cuestiones doctrinales fue un pastor ambiguo, confuso y contradictorio, obsesionado con el afán de congraciarse con el mundo, cultivando la amistad y la comprensión con los enemigos de la Iglesia. Fue un hombre práctico que sacrificó la verdad en aras de la paz.
Fue de las pocas voces episcopales contra el documento de la CEE titulado «La Iglesia y el orden temporal a la luz del Concilio Vaticano II» (1966), probablemente el último documento colectivo del Episcopado Español que se inspira en la Doctrina Social de la Iglesia[2]. Defendió el contagio marxistizante de Acción Católica, pese a que fue propuesto para el episcopado por el general Franco[3].
Apoyó la Constitución de 1978 frente a la docena de obispos que advirtieron de la apostasía de una ley que prescinde de la Piedra Angular. Preguntado por la incoherencia de que un Sucesor de los Apóstoles bendijese una ley positiva atea, responsable del holocausto de millón y medio de abortos, arguyó que el asunto no era dogma de fe, y que debía dar por finalizada la entrevista porque le esperaban para cenar…
Contradiciendo a todo el Episcopado español que vivió la persecución religiosa y a varios papas (el último San Pablo VI) afirmó en 1986 que «la exaltación de una de las partes contendientes en la guerra civil con el apelativo de Cruzada fue un desacierto»[4]. Cuando San Juan Pablo II le informó en 1986 de que la Iglesia comenzaría a subir a los altares a los mártires de la persecución religiosa, comentó: «No podría volver a mi pueblo». Ese mismo año decía públicamente que «no podemos hacer de los mártires un arma política».
Acompañó en 1996 a los trabajadores de la empresa asturiana «Duro Felguera» que se habían encerrado en la Catedral de Oviedo durante 318 días. Y lamentó la destitución del apologista del ateísmo, Gonzalo Puente Ojea, como embajador ante el Vaticano.
Buena parte de las crónicas sobre su vida han hecho coincidir a modernistas, paniaguados y despistados, una característica patológica en los hijos de la luz de nuestro tiempo. Entre las muchas bobadas, mentiras y exaltación de falsos méritos, vamos a detenernos en un artículo del Sr. Arzobispo de Toledo, don Francisco Cerro[5]. Los elogios públicos a quien no los merece son una imprudencia. Más aún si quien elogia tiene autoridad. Porque proponer como modelo a quien erró en materia grave y de forma contumaz constituye un antitestimonio, antipedagógico y antipastoral.
Don Gabino no fue artífice de «la reconciliación desde la verdad» sino coartada eclesial para un régimen político que concedió a los asesinos de 13 obispos, 350 monjas y más de seis mil sacerdotes, libertad y derechos de gobierno. Tampoco «supo vivir su fidelidad a Pedro». Su Ilustrísima no está bien informado. Presidiendo la CEE boicoteó la publicación de los discursos de Juan Pablo en su visita a España en 1982. ¿Qué «no quiso vivir un episcopado nostálgico»[6]? Bastaba con que hubiese sido fiel al Concilio, que enseña que la acción política «debe realizarse siempre dentro de los límites del orden moral para procurar el bien común» (cf. Gaudium et spes, 74).
¿«Sembrando claridades»[7]? ¿Estamos de broma?. Fue permisivo con las absoluciones colectivas en numerosas diócesis. Roma llamó al orden en su presidencia de la CEE a numerosos responsables pastorales y profesores de universidades pontificias. Promocionó, en clara rebeldía contra la Santa Sede, muchas de las conclusiones desautorizadas de la Asamblea Conjunta de 1971…
Don Francisco, no olvide que don Marcelo, que tanto discrepó con don Gabino, le mira y le vigila desde el Cielo…
[1] Su padre fue seguidor de Melquíades Álvarez, también asesinado por los rojos.
[2] Produce auténtica vergüenza ajena y escándalo que este documento sea fiel al Compendio de la DSI, editado en 2004, y el resto de documentos episcopales de la Transición no encuentren acomodo posible en la doctrina oficial de la Iglesia.
[3] Este dato ha sido ocultado por la mayoría de las biografías del finado.
[4] Vid. Ecclesia, 9 a 16 de agosto de 1986.
[5] Cf. Francisco CERRO, «Don Gabino: Haciendo el bien y sembrando claridades», Padrenuestro 1670 (2022), p. 3.
[6] Ib.
[7] Ib.
(Madrid, 1967) Doctor en Ciencias Políticas, licenciado en Ciencias Religiosas y máster en Doctrina Social de la Iglesia. Es autor de varios libros, estudios académicos y artículos sobre pensamiento social cristiano.