MARTÍN FIERRO CONTRA EL GLOBALISMO

🗓️19 de septiembre de 2022 |

Comenzaba el año 1955 y Leopoldo Marechal, en una conferencia radial decía lo siguiente:

“Entonces, ¿A quién va dirigido el mensaje de Martin Fierro?

-Va dirigido a la conciencia nacional, es decir a la conciencia de un pueblo que nació recién a la vida de los libres y que recién ha iniciado el ejercicio de su libertad

¿Y por qué necesita un mensaje la conciencia de la nación?

Porque la nación, desgraciadamente, no se ha iniciado bien en el ejercicio de su libertad recién conquistada, y no se ha iniciado bien, porque ya en los primeros actos libres de su albedrío ha comenzado ella la enajenación de lo nacional en sus aspectos materiales, morales y espirituales

El Martin Fierro es la encarnación simbólica del ente nacional”

Martin Fierro era un gaucho, es decir un criollo vuelto hacia La Pampa. Es decir, un crío de España y las Indias. Es decir, el ente nacional. Lo propio de lo argentino.

Lo argentino surge en su materia de esa unidad accidentada que se dio en el choque de dos razas y por ende de dos culturas, que perfectamente -aunque accidentada- conjugó y conformó ese paisano, que, bajo las características de este suelo querido, conformó la esencia de lo argentino. Arraigado en su cultura heterogénea, fusionó lo mejor de los valores cristianos y la fuerza de esta tierra.

La fortaleza de un ente nacional al que le tocó sufrir en su origen, pero para el cual siempre se le dio un resurgir. El argentino está acostumbrado a sufrir. A sufrir por ser relegado a intereses que nada tienen que ver con lo propio. Y antes se aprendía de eso y en la historia aparecían los Rosas que intentaban restaurar nuestra forma. Como dice Hernández en boca de Fierro:

Junta esperencia en la vida

Hasta pa dar y prestar

Quien la tiene que pasar

Entre sufrimiento y llanto,

Porque nada enseña tanto

Como el sufrir y el llorar.

Pero hoy parece que ya no aprendemos.

Este país apenas fue libre, intentó venderse a intereses ajenos. Pasó de no ser colonia a ser colonia.

Los intereses materiales que de afuera se tenía sobre este suelo, inmediatamente luego de la independencia, no fueron los intereses de algunos que en el principio civilizaron, evangelizaron, y amaron esta tierra.

José Hernández escribió en la época donde el gaucho era el salvaje, donde el país real que era el criollo, era relegado por ideologías “brutalmente importadas”, como dice Castellani cuando se refiere a las ideas anglo-francesas liberales.

Luego Lugones y también Marechal, entre muchos otros, se dieron cuenta de eso. Y entendieron que no hay que “malacordarse”. No es tan malo no acordarse como malacordarse. Es decir, entender mal nuestra historia. Es preciso hoy conocer lo que fuimos y lo que somos. Conocer qué es aquello que no muta o que no debemos dejar que mute, porque es propio de nuestra esencia y eso como todo bien no debe cambiarse. Dijo Fierro:

Tuve en mi pago en un tiempo

Hijos, hacienda y mujer,

Pero empecé a padecer,

Me echaron a la frontera,

¡Y que iba a hallar al volver!

Tan solo hallé la tapera.

Tuvimos en un tiempo los valores cristianos, la familia, la casa, el hogar… y empezamos a padecer. ¿Por qué? Porque ese, que era el ente nacional, era visto como lo ajeno, como la barbarie y debía ser transformado con ideas extranjeras y en miras al “progreso”, que de progreso no tenía nada. Que era, más que todo, retroceso.

Y así nos pasa hoy. Sin familia y sin hogar. Y no debemos tardar en volver porque a nosotros no nos va a quedar ni la tapera. Estaremos vacíos, vacíos de sentido y por lo tanto sin esencia nacional y por lo tanto seremos cada vez más fácilmente maleables y “llenables” desde afuera. Como le pasó a España cuando se inundó de liberalismo. Así nos pasó y nos pasa hoy al cuadrado.

Entonces ¿Qué tenemos que hacer?

Seguir lo más que podamos los dos consejos más importantes que otros argentinos nos pudieron dar:

Ser nosotros. Ser lo que debemos ser, como manda el Padre de la Patria.

Y estar unidos, como manda Hernández cuando dice:

Los hermanos sean unidos

Porque esa es la ley primera

Tengan unión verdadera

En cualquier tiempo que sea

Porque si entre ellos se pelean

Los devoran los que ajuera.


Yesica Grillo

Profesora de filosofía