Los tiempos que vivimos no son fáciles, eso podemos comprobarlo cada uno de nosotros simplemente saliendo a la calle y contemplando la realidad que nos ha tocado vivir, pero ¿Cuál es la reacción que nosotros, y en este nosotros te incluyo a ti, estimado lector, como católicos, debemos tener? Es posible que ya te hayas hecho esta pregunta en algún momento, a continuación, te presentaré una opción de vida, avalada por textos bíblicos y reflexiones de los santos de la Iglesia, que puedes aplicar en tu día a día para ser más fiel al mensaje de Cristo en estos tiempos tan difíciles.
En primer lugar, os hablaré sobre cómo reaccionar ante los pensamientos apocalípticos que se expanden por gran parte de los laicos de la Santa Iglesia. No hay duda en que vivimos tiempos muy complejos y difíciles para la fe católica, pero si volvemos la vista al pasado nos encontraremos con momentos en los que también ha existido persecución y la humanidad ha jugado con inmoralidades y prácticas inhumanas. Recordemos, por ejemplo, las persecuciones a cristianos durante el imperio romano bajo el mandato de Nerón o Domiciano, las matanzas de cristianos a manos de musulmanes, los martirios de los misioneros asiáticos y americanos a manos de las tribus nativas como ocurrió en el Canadá o en el lejano Japón o las matanzas más recientes de católicos en regímenes comunistas o socialistas como la Alemania nazi, la URSS, China, Corea del norte o Nigeria.
Todos los hechos mencionados anteriormente abarcaron periodos extensos, algunos incluso de varias decenas de años de duración, todos podrían haber supuesto un signo de la llegada del fin de los tiempos como la persecución a la que nos encontramos en la actualidad, pero no, todos sabemos que en nuestra vida tenemos pruebas, y la Iglesia tiene las suyas en las que los mártires derraman su sangre para regar con ella la tierra seca del mundo y hacer germinar así nuevas generaciones de cristianos que expandan la buena nueva del evangelio por el mundo entero. Además, no debemos olvidar que el mismo Jesucristo afirmó; “He venido a prender fuego a la tierra, ¡Y cuánto desearía que ya estuviera ardiendo!” “¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división. Desde ahora estarán divididos cinco en una casa: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.” (Lc 12, 49-53).
Atentos a las palabras de Cristo no podemos suponer que la llegada de un periodo de crisis o de persecución suponga un aviso real de la parusía. [1] Ahora bien, teniendo ya aceptado que la persecución y la crisis no es motivo de pánico apocalíptico, nosotros, católicos, hermanos en la fe de Cristo, debemos ser baluartes de resistencia y de paz que guiemos a nuestros hermanos y actuemos con tranquilidad y sosiego en una vida de gracia, añorando, no idolatrando, el fin de los tiempos pues este momento no es más que el inicio de nuestra salvación, no de nuestra condena.
Por otro lado, la situación actual de la jerarquía eclesiástica es también un motivo de dolor y confusión para los fieles católicos. Intentaré hacer un breve resumen de la situación de gran parte de la jerarquía católica en la actualidad para que cualquier lector que no esté la tanto pueda seguir y aceptar los consejos que se muestran a continuación.
Ante esta situación que acabo de exponer es lógico que muchos de los lectores hayan padecido un momento de desolación y de desesperación al creer que ya no hay nada más que hacer, pero no es así, la solución es más sencilla de lo que parece. De la misma forma que un buen porcentaje de la jerarquía eclesiástica actual se ha alejado, en parte del camino cristiano y católico en la antigüedad también ocurrió lo mismo y hemos sido capaces de salir adelante. ¿Dónde está el secreto? En la confianza y la perseverancia. La situación actual pasará, los malos pastores morirán, pero el Espíritu Santo junto con el Padre y el Hijo continuarán en la tierra infundiendo a la humanidad el espíritu de santidad. Nuestra misión no es otra que la de mantenernos firmes al mensaje original y a las doctrinas originales de las diversas órdenes alejándonos de doctrinas extrañas y modernas que solo dañan el espíritu humano corrompiéndolo.
En tercer lugar, otra dificultad con la que nos encontramos en los tiempos modernos es el mal clero y las doctrinas extrañas que quieres entrar en la Iglesia. El clero de la Iglesia Católica, como el resto de los integrantes de la misma, no es perfecto, sino que está constantemente tentado por el maligno, e, incluso, me atrevería a decir que el demonio tienta con mayor ímpetu a los sacerdotes que a los laicos. Leyendo las vidas de los santos podemos ver cómo a la gran mayoría de estos el demonio les acosaba con gran interés (San Antonio, Padre Pío…). Esto se debe a que la caída de un pastor dispersa el rebaño, haciendo así que al lobo le sea más sencillo devorar las ovejas una a una. Echando la vista atrás podemos hacer memoria de varios ejemplos de pastores que se dejaron llevar por el mal y de sus rebaños, disgregados y devastados como fue el caso del padre Marcial Maciel, sacerdote mejicano que provocó la perdición de muchas de sus ovejas con sus actos tan perversos e inmorales. También, las contantes denuncias (unas verdaderas, otras falsas) acerca de abusos sexuales por parte de sacerdotes a menores han provocado un profundo daño y una separación inmensa entre muchos de los laicos y sus respectivos párrocos o sacerdotes. A esto se suman las constantes corrientes fundamentadas en pecados y comportamientos y prácticas repulsivas que calan en la población alejando a esta, aún más, del clero. Con estas prácticas me refiero a las prácticas homosexuales (que no a las tendencias que son sanables), identidades sexuales, transexualidad, eutanasia, aborto, islamismo fanático, yoga y prácticas paganas orientales… Todo esto no hace más que socavar el alma y el fundamento de las sociedades cristianas occidentales dejándolas en más absoluta ruina.
Y, ¿Cómo vamos a reaccionar nosotros, querido lector? Como no podía ser de otro modo, plantando cara a todas estas situaciones y erradicándolas del interior del corazón del hombre. La erradicación del pecado de la faz de la tierra no está a nuestro alcance, pero su contención, con ayuda de Dios, sí. El tema sacerdotal es más complejo, aunque lo trataré en otro artículo. En el caso de las corrientes aberrantes que acechan a los fieles, preparadas para alejarlos del camino del cielo y de la santidad sí que tenemos opciones de actuación. Tenemos que mantenernos firmes en la virtud de la castidad y afirmar a pleno pulmón, sin miedo alguno a los poderes de este mundo que la homosexualidad y la transexualidad no son más que distorsiones de la realidad provocadas por heridas que pueden sanarse y madurarse reconduciendo así el alma humana a su naturaleza propia, la heterosexualidad. Además, tenemos que expulsar, como antaño ya se hizo, las herejías y doctrinas extrañas que solo buscan la confusión como el islam o las prácticas orientales.
Estos son unos pocos consejos para saber reaccionar a las situaciones en las que nos encontramos día a día en nuestro mundo y mantenernos firmes a la doctrina de la Iglesia sin ceder a los ataques. Por ello, los puntos o consejos más importantes son la perseverancia en la fe de la Iglesia, el rezo del santo rosario, la asistencia a misa diaria y el estudio de las sagradas escrituras y del catecismo y la doctrina católica mediante su lectura constante y diaria.
[1] Parusía: Relacionado con la religión, dicho del advenimiento glorioso de Jesús al final de los tiempos.
Joven católico, que defiende mediante la oración, las palabras y las obras las verdades y la doctrina de mi madre, la Santa Iglesia Católica. Lector empedernido y orador constante. Estudiante del grado de estudios hispánicos en la universidad de Alcalá de Henares, Madrid. A favor de la vida y de la familia tradicional.